Introducción por Gonzalo de Quesada Sea su novela el décimo volumen de las obras del Maestro. Es milagro que ella, como casi todo lo que escribió, no se haya perdido. Se publicó en 1885, en varias entregas, en El Latino Americano, periódico bimensual, de vida efímera—órgano de la Compañía Hecktograph, de New York—que no se encuentra hoy en biblioteca pública alguna. Además, no apareció con el nombre de su autor sino con el seudónimo de «Adelaida Ral», y esto hubiera hecho aun más difícil su hallazgo. Afortunadamente, un día en que arreglábamos papeles en su modesta oficina de trabajo, en 120 Front Street—convertida, en aquel entonces, en centro del Partido Revolucionario Cubano y redacción y administración de Patria—di con unas páginas sueltas de El Latino Americano, aquí y allá corregidas por Martí, y exclamé al revisarlas: «¿Qué es esto Maestro?» «Nada—contestome cariñosamente—recuerdos de épocas de luchas y tristezas; pero guárdelas para otra ocasión. En este momento debemos solo pensar en la obra magna, la única digna; la de hacer la independencia
Introducción por Gonzalo de Quesada Sea su novela el décimo volumen de las obras del Maestro. Es milagro que ella, como casi todo lo que escribió, no se haya perdido. Se publicó en 1885, en varias entregas, en El Latino Americano, periódico bimensual, de vida efímera—órgano de la Compañía Hecktograph, de New York—que no se encuentra hoy en biblioteca pública alguna. Además, no apareció con el nombre de su autor sino con el seudónimo de «Adelaida Ral», y esto hubiera hecho aun más difícil su hallazgo. Afortunadamente, un día en que arreglábamos papeles en su modesta oficina de trabajo, en 120 Front Street—convertida, en aquel entonces, en centro del Partido Revolucionario Cubano y redacción y administración de Patria—di con unas páginas sueltas de El Latino Americano, aquí y allá corregidas por Martí, y exclamé al revisarlas: «¿Qué es esto Maestro?» «Nada—contestome cariñosamente—recuerdos de épocas de luchas y tristezas; pero guárdelas para otra ocasión. En este momento debemos solo pensar en la obra magna, la única digna; la de hacer la independencia