Author: | Marcela Dávalos López y María del Pilar Iracheta Cenecorta | ISBN: | 9786077761884 |
Publisher: | El Colegio Mexiquense, A.C. | Publication: | September 1, 2016 |
Imprint: | Language: | Spanish |
Author: | Marcela Dávalos López y María del Pilar Iracheta Cenecorta |
ISBN: | 9786077761884 |
Publisher: | El Colegio Mexiquense, A.C. |
Publication: | September 1, 2016 |
Imprint: | |
Language: | Spanish |
En los artículos que componen este libro existe una inquietud común entre los autores, que es la de investigar los barrios desde su propia especificidad. La historiografía urbana de Toluca, Oaxaca, Guadalajara, Aguascalientes, el estado de Michoacán o la capital mexicana es abundante y su pasado ha sido abordado desde su fundación hasta su demografía, pasando por sus redes comerciales, sociales, fisonómicas, etcétera; sin embargo, la mayoría de esas investigaciones ha contemplado los barrios como parte de un todo y no como zonas con asuntos y trayectorias autónomas.
Los barrios han sido poco tratados como un asunto histórico en sí mismo, no obstante que de ellos se derivan aspectos relevantes para comprender la matriz de las ciudades mexicanas. Para reconstruir las diferencias o continuidades entre los barrios prehispánicos, los barrios indígenas coloniales, los de la modernización porfirista o los integrados a las colonias populares y a las periferias urbanas en el siglo xx, tomamos como eje el proceso iniciado con el poblamiento colonial y la separación entre ciudades para españoles y pueblos de indios. Partiendo de explicaciones iniciales tales como la fundación, la diferenciación entre centro y parcialidades, el contraste entre ciudad tradicional y moderna, la pugna territorial entre cabeceras, pueblos y municipios, etcétera, encontramos pistas para abordar los barrios como territorios con referentes históricos autónomos, aun cuando sus estructuras estén vinculadas al orden y la administración del conjunto urbano que de alguna manera forman parte de los imaginarios urbanos colectivo e individual.
Todas estas reflexiones provienen, de una u otra manera, de la experiencia urbanizadora de las últimas décadas en las capitales del país. El contraste entre la construcción de extensas unidades habitacionales, motivada por la especulación urbana y la inercia histórica que hasta ahora han permitido a los barrios permanecer vivos, no sólo apunta al pasado de un tipo de sociabilidad, sino a la amenaza de la extinción de formas de vida que, entre otras muchas cosas, pudieran servir de modelo para fortalecer comunidades autosuficientes.
En los artículos que componen este libro existe una inquietud común entre los autores, que es la de investigar los barrios desde su propia especificidad. La historiografía urbana de Toluca, Oaxaca, Guadalajara, Aguascalientes, el estado de Michoacán o la capital mexicana es abundante y su pasado ha sido abordado desde su fundación hasta su demografía, pasando por sus redes comerciales, sociales, fisonómicas, etcétera; sin embargo, la mayoría de esas investigaciones ha contemplado los barrios como parte de un todo y no como zonas con asuntos y trayectorias autónomas.
Los barrios han sido poco tratados como un asunto histórico en sí mismo, no obstante que de ellos se derivan aspectos relevantes para comprender la matriz de las ciudades mexicanas. Para reconstruir las diferencias o continuidades entre los barrios prehispánicos, los barrios indígenas coloniales, los de la modernización porfirista o los integrados a las colonias populares y a las periferias urbanas en el siglo xx, tomamos como eje el proceso iniciado con el poblamiento colonial y la separación entre ciudades para españoles y pueblos de indios. Partiendo de explicaciones iniciales tales como la fundación, la diferenciación entre centro y parcialidades, el contraste entre ciudad tradicional y moderna, la pugna territorial entre cabeceras, pueblos y municipios, etcétera, encontramos pistas para abordar los barrios como territorios con referentes históricos autónomos, aun cuando sus estructuras estén vinculadas al orden y la administración del conjunto urbano que de alguna manera forman parte de los imaginarios urbanos colectivo e individual.
Todas estas reflexiones provienen, de una u otra manera, de la experiencia urbanizadora de las últimas décadas en las capitales del país. El contraste entre la construcción de extensas unidades habitacionales, motivada por la especulación urbana y la inercia histórica que hasta ahora han permitido a los barrios permanecer vivos, no sólo apunta al pasado de un tipo de sociabilidad, sino a la amenaza de la extinción de formas de vida que, entre otras muchas cosas, pudieran servir de modelo para fortalecer comunidades autosuficientes.