Author: | Alfonso Hernández Catá | ISBN: | 9788499530758 |
Publisher: | Red ediciones | Publication: | August 1, 2016 |
Imprint: | Linkgua digital | Language: | Spanish |
Author: | Alfonso Hernández Catá |
ISBN: | 9788499530758 |
Publisher: | Red ediciones |
Publication: | August 1, 2016 |
Imprint: | Linkgua digital |
Language: | Spanish |
El ángel de Sodoma fue publicada en 1926 y es considerada la primera gran novela gay de la literatura cubana. Su protagonista descubre sus inclinaciones eróticas en medio de su cerrado ambiente familiar y se debate entre las consecuencias de su condición personal y lo inevitable:«No, no se había fijado en la mujer... Ni siquiera sabía si era rubia o morena. Sus cinco sentidos sumados al de la vista, no habíanle bastado para mirar, con todo anhelo, con todas las potencias sensuales dormidas hasta entonces, sin que su razón se diera cuenta, a otra parte. Desde que las dos crisálidas dejaron en el suelo la envoltura, un instinto imperativo, adueñándosele de la mirada, borró por completo la estatua femenina, las fieras, hasta la multitud. Fue un largo y hondo minuto, turbio, lleno de removidas heces de instinto, en el cual su razón, su moral, su pudor, sus timideces, su dignidad misma, sintieron estallar debajo de ellos una erupción repentina e irresistible. Y ahora, en medio de la calle, dando traspiés que, por fortuna, Jaime atribuyó a su falta de costumbre de beber, confesóse sin medir aún todo el alcance terrible del descubrimiento, que solo el eco del tacto de una de las tres diestras estrechadas persistía en la suya, y que solo una figura perduraba en su retina y en sus nervios: la del hombre... ¡La del hombre joven y fornido nada más!»
El ángel de Sodoma fue publicada en 1926 y es considerada la primera gran novela gay de la literatura cubana. Su protagonista descubre sus inclinaciones eróticas en medio de su cerrado ambiente familiar y se debate entre las consecuencias de su condición personal y lo inevitable:«No, no se había fijado en la mujer... Ni siquiera sabía si era rubia o morena. Sus cinco sentidos sumados al de la vista, no habíanle bastado para mirar, con todo anhelo, con todas las potencias sensuales dormidas hasta entonces, sin que su razón se diera cuenta, a otra parte. Desde que las dos crisálidas dejaron en el suelo la envoltura, un instinto imperativo, adueñándosele de la mirada, borró por completo la estatua femenina, las fieras, hasta la multitud. Fue un largo y hondo minuto, turbio, lleno de removidas heces de instinto, en el cual su razón, su moral, su pudor, sus timideces, su dignidad misma, sintieron estallar debajo de ellos una erupción repentina e irresistible. Y ahora, en medio de la calle, dando traspiés que, por fortuna, Jaime atribuyó a su falta de costumbre de beber, confesóse sin medir aún todo el alcance terrible del descubrimiento, que solo el eco del tacto de una de las tres diestras estrechadas persistía en la suya, y que solo una figura perduraba en su retina y en sus nervios: la del hombre... ¡La del hombre joven y fornido nada más!»