Author: | Benito Pérez Galdós | ISBN: | 9788827512494 |
Publisher: | Skyline | Publication: | November 6, 2017 |
Imprint: | Language: | Spanish |
Author: | Benito Pérez Galdós |
ISBN: | 9788827512494 |
Publisher: | Skyline |
Publication: | November 6, 2017 |
Imprint: | |
Language: | Spanish |
Pues señor..., fué el 15 de Mayo, día grande de Madrid (sobre este punto no hay desavenencia en las historias), del año... (esto sí que no lo sé: averígüelo quienquiera averiguarlo), cuando ocurrió aquella irreparable desgracia, que, por más señas, anunciaron cometas, ciclones y terremotos, la muerte de doña Lupe la de los Pavos , de dulce memoria. Y consta la fecha del tristísimo suceso, porque D. Francisco Torquemada, que pasó casi todo aquel día en la casa de su amiga y compinche, calle de Toledo, número... (tampoco sé el número, ni creo que importe), cuenta que, habiendo cogido la enferma, al declinar la tarde, un sueñecico reparador que parecía síntoma feliz del término de la crisis nerviosa, salió él al balcón por tomar un poco el aire y descansar de la fatigosa guardia que montaba desde las diez de la mañana, y allí se estuvo cerca de media hora contemplando el sin fin de coches que volvían de la Pradera, con estruendo de mil demonios, los atascos, remolinos y encontronazos de la muchedumbre, que no cabía por las dos aceras arriba, los incidentes propios del mal humor de un regreso de feria, con todo el vino y el cansancio del día convertidos en fluido de escándalo. Entreteníase oyendo los dichos germanescos que, como efervescencia de un líquido bien batido, burbujeaban sobre el tumulto, revolviéndose con doscientos mil pitidos de pitos del Santo, cuando...
Pues señor..., fué el 15 de Mayo, día grande de Madrid (sobre este punto no hay desavenencia en las historias), del año... (esto sí que no lo sé: averígüelo quienquiera averiguarlo), cuando ocurrió aquella irreparable desgracia, que, por más señas, anunciaron cometas, ciclones y terremotos, la muerte de doña Lupe la de los Pavos , de dulce memoria. Y consta la fecha del tristísimo suceso, porque D. Francisco Torquemada, que pasó casi todo aquel día en la casa de su amiga y compinche, calle de Toledo, número... (tampoco sé el número, ni creo que importe), cuenta que, habiendo cogido la enferma, al declinar la tarde, un sueñecico reparador que parecía síntoma feliz del término de la crisis nerviosa, salió él al balcón por tomar un poco el aire y descansar de la fatigosa guardia que montaba desde las diez de la mañana, y allí se estuvo cerca de media hora contemplando el sin fin de coches que volvían de la Pradera, con estruendo de mil demonios, los atascos, remolinos y encontronazos de la muchedumbre, que no cabía por las dos aceras arriba, los incidentes propios del mal humor de un regreso de feria, con todo el vino y el cansancio del día convertidos en fluido de escándalo. Entreteníase oyendo los dichos germanescos que, como efervescencia de un líquido bien batido, burbujeaban sobre el tumulto, revolviéndose con doscientos mil pitidos de pitos del Santo, cuando...